La sigla BDSM condensa un grupo de prácticas eróticas no necesariamente sexuales y libremente consensuadas, como el Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo, que cada vez tienen más acogida alrededor del mundo, especialmente en Colombia donde hace ya varios años se creó la Corporación BDSM Colombia con la finalidad de “crear, mantener y poner al alcance de la comunidad BDSM y la población en general espacios lugares y servicios donde se garantice el respeto de sus derechos humanos y sexuales para la expresión, ejercicio, práctica y disfrute pleno de su sexualidad sin ningún tipo de coerción, segregación, discriminación o violencia”.
Un verbo que en la atmósfera BDSM cambia completamente de significado es “jugar”, no se refieren a jugar al escondite o al parqués; jugar es un término comúnmente usado en este colectivo para mencionar el desarrollo de sus prácticas. Y los juguetes no son balones sino mordazas; no son lazos de saltar sino látigos o fustas, y como estos un sin fin de elementos que se usan para llegar al placer y a la satisfacción mutua.
A pesar de que las sexshop siguen siendo un tabú, para la comunidad BDSM resulta indispensable el uso de las herramientas/juguetes adecuados para el desempeño de sus actividades y por ello acudir a estas tiendas es la mejor opción antes de improvisar, nos relata Angélica, una mujer de 35 años, practicante de sumisión: “una vez no teníamos nuestro kit disponible, entonces decidimos usar elementos que estaban a la mano. Me ató las manos con una cuerda y en un movimiento brusco la cuerda me quemó las muñecas”.
En Bogotá, de acuerdo a un estudio realizado por el diario económico Portafolio, las tiendas eróticas mueven en promedio 40 millones de pesos al mes, lo que significan casi 480 millones de pesos al año. Tan solo en Bogotá se generan 13 mil millones de pesos al año en las casi 60 tiendas registradas ante la Cámara de Comercio de Bogotá, pero ¿qué venden estas tiendas para tener esos números? En el top cinco los juguetes más comprados están:
El anillo vibrador, para satisfacción mutua.
La lencería femenina y masculina, que incluye disfraces para juegos de rol.
Las bolas vaginales, que mejoran el control de la mujer sobre la pelvis.
El lubricante multiorgásmino, que facilita la llegada al orgasmo femenino.
El vibrador, de todos los tamaños, formas y texturas.
La comunidad BDMS crece en el mundo entero como una muestra de la liberación sexual del individuo y con ello aumentan también las posibilidades para encontrar el placer de formas insospechadas. Por eso, cada vez vemos con más regularidad el uso de juguetes sexuales y una creciente innovación de este campo, que sorprende frecuentemente con productos como el Lush, un vibrador de control remoto; o el Satisfayer, un succionador de clítoris; o el Lovely, un dispositivo que se conecta al pene y envía notificaciones a la aplicación para mostrar el rendimiento del hombre y hacer recomendaciones para el placer mutuo.
Nota: Te invitamos a escuchar en nuestro podcast el debate sobre las implicaciones del BDSM en el movimiento feminista, tema sobre el que nos gustaría conocer tu opinión. Hablar de sexo para la libertad es nuestra tarea. Agradecemos a Sarah y Elizabeth por su valiosa participación en ese capítulo y por las aclaraciones desde la sexología y el activismo feminista que nos brindaron.
También te esperamos en nuestro siguiente episodio, en el que hablaremos sobre poligamia, una alternativa para las relaciones que se encuentra en auge.
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